martes, 9 de diciembre de 2008

Crónica de un martes

Te acordás ¿ Era un martes.

Vos venías de vuelta de un silencio

y yo, no sé de donde.

Fue repentinamente. En un bar atorrante.

Entraste con tu cara de sombras

( la cara de los silencios

cuando crecen después de las palabras )

y buscaste la tregua de una mesa,

doblando prolijamente tu dolor sobre la silla.

Un poco más allá

yo estudiaba un express que se enfriaba inevitablemente

como siempre que me pongo de pica

con esa soledad que contraje de pibe.

No sé que minuto le seguí el vuelo a una mosca

o acaso fue el disco de Troilo que pusieron.

Algunas de esas cosas me obligó a soslayarte de rebote.

Qué pedazo de pena resbalaba por tu cara de sombras!...

No hubo nada más.

Nada más que mirarte.

Alguno pensará que estoy contando que me quise arrimar…

…pero no es cierto.

Te miré, simplemente.

Y era como poner mi soledad frente a un espejo

empañado de lluvia.

.

Mario Iaquinandi

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