jueves, 1 de enero de 2009

Hombre sin voz

Hombre callado y solo

que muerde su cansancio de ocho horas corridas

y amanece esqueletos de revancha en la almohada.

Este hombre fue de intentos.

Y alguna vez le hicieron pomada los suspiros.

.

El hablaba un idioma sencillo, de palomas,

y poblaba la noche

con una cuota ansiosa de ilusiones modestas.

Y llenaba hasta el tope ceniceros de loza

en bares de billar y de ginebra.

.

Este hombre tan común, tan de todos los días,

habitaba los cines de Lavalle

y almorzaba panchos y coca-colas.

Y tenía un puñado de amigos. O tal vez,..uno solo.

Pero alguien a quién decirle.

O alguien con quién callarse.

.

Este hombre gris y quieto como una medalla,

pudo ser de un umbral o de una piba

debajo de una luna redonda como un ojo,

hasta que alguna vez

un párpado de nubes le borró la emoción.

.

El respiraba el tiempo

como si los relojes fundaran mariposas cada segundo nuevo.

Le gustaba Pugliese.

Era hincha de Boca.

Le jugaba al catorce de quiniela en quiniela.

.

En fin. Este era un hombre

como todos lo hombres a mitad de camino:

Un súperman de barrio,

un héroe de historieta embebido de luces

que soñaba la gloria detrás de cada esquina.

.

Este hombre como todos, este caso común,

no pensó que el camino está sembrado de otros hombres,

y que hay cosas que apestan

y miedos subsidiarios

y un montón de intereses ajenos

y una cola de gente que no puede

y entonces hace fuerza para que otros no puedan.

.

Y así fue que este hombre,

este pequeño hombre de intentos y de sueños,

…se fue volviendo manso.

.

Mario Iaquinandi

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