Sus manos
que fueron el teclado
son las gastadas manos
de la memoria
su mente modela despaciosa
antiguas catedrales de París
y el tiempo se detiene entretejido
en la firme urdimbre
de las emociones.
Pero un lento taconeo
que se acerca
retrotrae el sueño hasta los ojos
Cuarenta años
cuarenta lecciones de piano
inútilmente repetidas.
Sergio Sammartino
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