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Dónde estás,
arcángel melancólico del tango ?
Qué cofradía de vereda y luna se mofó de tu nostalgia ?
Buenos Aires, la eterna, se asoma a tu silencio
y entra a junar despacio :
Una fuga de esquinas.
Un arrabal sin sueños.
Un idioma distinto.
Y una ausencia.
Una ausencia tremenda
que nos colgó de prepo la pausa de tu fuelle.
Y este rezar a solas
cada vez que los surcos de un disco te rescatan.
De noche, por Corrientes,
todavía te nombran los curdas de otro tiempo.
Te están pensando en vino, todavía.
Y vos andás de estrellas
por una marquesina de cielos trasnochados.
A quien contarle ahora
el güay de tu epopeya desvelada,
si el adoquín se nos volvió futuro
y el alba es como un náufrago sin vos ?
Morirse es una cosa que no admite gambetas.
Pero tu yeite enorme se la chantó al destino :
Están, Aníbal Troilo. Y era cierto,
vos nunca te espiraste de tu barrio.
A despecho de jeans y mocasines.
Aunque los tiempos cambien.
Mientras no muera el tango.
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