viernes, 30 de abril de 2010

Osvaldo Piro piensa

Y entonces, digo yo,

para qué recostarme en las sombras de un montón de palabras

que distribuyo entre el vino y los amigos,

si tengo la sonrisa cansada y sola

y me duele mi alma de violín,

arrugada entre las fusas noctámbulas del fueye ?

Para qué, digo yo,

esta manera de llamarme Osvaldo

como una identidad tardía que me identificara

con el eco de un espejo que ya no refleja nada más que mi cara ?

Tal vez, quién sabe,

me haya convertido sin notarlo

en un poco de fiebre que se olvidó la noche

sobre un mantel de recuerdos y ausencias.

Capaz, nomás.

De alguna forma, sin embargo, debo haberme empapado de mí

( calado hasta los huesos , digo )

Porque si no,

a qué diablos esta disciplina de engañarme los sentidos y el miedo

con la costura ansiosa de remendar buracos imposibles de piel

( porque la piel se apolilló en el tiempo de un plural que se fue al muere ).

Y bueno, bah!

Después de todo,

vengo de ser algo así como un cacho de religión nublada,

con el sol de rodillas, acribillado en la garúa del whisky.

Y no sé, qué se yo, si estoy de vuelta

o me quedé amurado y de apoliyo,

Porque.... viste qué joda con los sueños con olor a memoria ?

Te suben por la piel como una hormiga,

una hormiga ciruja que escarba en el tacho de tu vida pasada

para alzarse con los desperdicios

de algo que no pasó al frente cuando tuvo que ser

y te voltean las ganas, hermano. Te envenenan.

Y los ratones te entran a caminar tupido.

Y entonces, digo yo, me pongo un trapo ,

me fajo dos silencios y una bronca y salgo a no pensar...

...Si es que hay esquinas de piedad en la noche y para mí.

.

Mario Iaquinandi

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