Yo lo recuerdo al Flaco
como lo ví una tarde en la calle Castex,
con esa cara de sabérselas todas
y la boca entreabierta, fatigada de puchos.
Por su pinta de duende desprolijo
le caminaba el sueño
con amagos de tango y vino triste.
Tenía la mirada de los que ya se van
pero no les importa.
Me dolió descubrirlo:
Un navegante roto, con el alma empeñada.
Y esa calle tan suya
tan presente
tan penúltima y viva…
Después, alguna noche
un bandoneón lo explicaría todo
y la memoria, pobre mina desvelada,
lo traería de a ratos
como a un fantasma chanta,
Aquella tarde, en la calle Castex,
fue la última vez que lo ví.
Cuatro días más tarde
el Flaco me dejó..a solas con el alba.
.
Mario Iaquinandi
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